lunes, 16 de junio de 2014

TRATAMIENTO HIPERTIROIDISMO

Por Luis Miguel López González

En los casos de hipertiroidismo, un tratamiento que suele dar muy buenos resultados es el de los medicamentos antitiroideos, como pueden ser el propiltiouracilo y el metimazol. La realidad es que no hay una base científica sólida que determina cual es el mecanismo que los hace efectivos, pero está comprobado que disminuyen los niveles de hormonas tiroideas. En un plazo medio que ronda los dos meses, las hormonas T4 y T3, por regla general vuelven a los niveles normales. Mientras dure el tratamiento deben realizarse análisis de sangre rutinarios, para controlar los niveles de hormonas tiroideas, observando que en ningún caso sean menores de lo habitual, ya que en ese caso habríamos pasado de hipertiroidismo a hipotiroidismo.
Los fármacos antitiroideos pueden tener algunos efectos segundarios, como picor, exantemas en la piel, fiebre, depresión, lentitud física y mental, aumento de peso y agranulocitosis. Este último, sin duda el más grave de todos y que consiste en la desaparición de los neutrófilos en la sangre, por lo que nuestro sistema inmune queda seriamente comprometido. En estos casos es necesario retirar inmediamente el fármaco.
Cuando existen algunos efectos adversos propios de la excitación del sistema nervioso, como nerviosismo, temblores o sudor excesivo, podemos proponer un fármaco llamado propanolol, que es un betabloqueante, capaz de bloquear los efectos del sistema nervioso autónomo.
Otra opción alternativa, es el yodo radioactivo, ya que utilizado correctamente y en las dosis apropiadas es capaz de destruir parte de las glándulas tiroides, con lo que conseguimos paralizar la sobreproducción de hormonas tiroideas. El único problema que presenta esta opción, es que no se puede utilizar en mujeres embarazadas y niños o jóvenes en edad de crecimiento, puesto que existe el riesgo de que, al ser una sustancia radioactiva, perjudique a algunos órganos que estén desarrollándose. Con este método también nos arriesgamos a que se destruya más glándula tiroides de lo normal, con lo que tendríamos niveles bajos de hormonas T3 y T4, y estaríamos ante un caso de hipotiroidismo. Por estos motivos siempre debemos ser muy conservadores en cuanto a las dosis.
También existe una opción invasiva, la cirugía. Cuando es necesario extirpar parcial o totalmente la glándula tiroides. Se suele usar especialmente en los casos de bocio multinodular y de adenoma tóxico, y siempre se intenta respetar la mayor cantidad de glándula tiroides sana posible, aunque en la mayoría de los casos, tras la cirugía, los niveles hormonales de T4 y T3 son bajos y se da el estado de hipotiroidismo.
Como vemos, siempre es preferible tratar eficazmente un estado de hipertiroidismo, aunque ello nos lleve consecuentemente a unos bajos niveles de hormonas T3 y T4, es decir, hipotiroidismo, ya que como hemos visto en la entrada anterior de este blog, es más fácil de controlar un caso de hipotiroidismo que de hipertiroidismo.

Bibliografía y fuentes:

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