Por Luis Miguel López González
En los casos de hipertiroidismo, un tratamiento que suele
dar muy buenos resultados es el de los medicamentos antitiroideos, como pueden
ser el propiltiouracilo y el metimazol. La realidad es que no hay una base científica
sólida que determina cual es el mecanismo que los hace efectivos, pero está
comprobado que disminuyen los niveles de hormonas tiroideas. En un plazo medio
que ronda los dos meses, las hormonas T4 y T3, por regla general vuelven a los
niveles normales. Mientras dure el tratamiento deben realizarse análisis de
sangre rutinarios, para controlar los niveles de hormonas tiroideas, observando
que en ningún caso sean menores de lo habitual, ya que en ese caso habríamos
pasado de hipertiroidismo a hipotiroidismo.
Los fármacos antitiroideos pueden tener algunos efectos
segundarios, como picor, exantemas en la piel, fiebre, depresión, lentitud
física y mental, aumento de peso y agranulocitosis. Este último, sin duda el
más grave de todos y que consiste en la desaparición de los neutrófilos en la
sangre, por lo que nuestro sistema inmune queda seriamente comprometido. En
estos casos es necesario retirar inmediamente el fármaco.
Cuando existen algunos efectos adversos propios de la
excitación del sistema nervioso, como nerviosismo, temblores o sudor excesivo,
podemos proponer un fármaco llamado propanolol, que es un betabloqueante, capaz
de bloquear los efectos del sistema nervioso autónomo.
Otra opción alternativa, es el yodo radioactivo, ya que
utilizado correctamente y en las dosis apropiadas es capaz de destruir parte de
las glándulas tiroides, con lo que conseguimos paralizar la sobreproducción de
hormonas tiroideas. El único problema que presenta esta opción, es que no se
puede utilizar en mujeres embarazadas y niños o jóvenes en edad de crecimiento,
puesto que existe el riesgo de que, al ser una sustancia radioactiva,
perjudique a algunos órganos que estén desarrollándose. Con este método también
nos arriesgamos a que se destruya más glándula tiroides de lo normal, con lo
que tendríamos niveles bajos de hormonas T3 y T4, y estaríamos ante un caso de
hipotiroidismo. Por estos motivos siempre debemos ser muy conservadores en
cuanto a las dosis.
También existe una opción invasiva, la cirugía. Cuando es
necesario extirpar parcial o totalmente la glándula tiroides. Se suele usar especialmente
en los casos de bocio multinodular y de adenoma tóxico, y siempre se intenta respetar
la mayor cantidad de glándula tiroides sana posible, aunque en la mayoría de
los casos, tras la cirugía, los niveles hormonales de T4 y T3 son bajos y se da
el estado de hipotiroidismo.
Como vemos, siempre es preferible tratar eficazmente un
estado de hipertiroidismo, aunque ello nos lleve consecuentemente a unos bajos
niveles de hormonas T3 y T4, es decir, hipotiroidismo, ya que como hemos visto
en la entrada anterior de este blog, es más fácil de controlar un caso de
hipotiroidismo que de hipertiroidismo.
Bibliografía y fuentes:
- MedinePlus, Hipertiroidismo, http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/000356.htm, (2014)
- Hipertiroidismo, IntraMed,http://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoID=76989, (2012)
- ¿Qué es el hipertiroidismo?, American Thyroid Association, http://www.thyroid.org/wp-content/uploads/patients/brochures/espanol/hipertiroidismo.pdf, (2005)
- Hipertiroidismo, Vademedicus, http://www.vademedicus.com/consulta-medica-161-Hipertiroidismo, (2014)
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